miércoles, 22 de julio de 2009

Franeleros.

Hace unos días mi hermano estacionó el auto frente a Palacio Federal, por la calle de Juan Alvarez cuando ocurrió...
Un franelero hizo su aparición. Tendria mas de cincuenta años, una gorra deslavada (mas bien descolorida por el sol) cabello largo y opaco, mayoritariamente canoso, ojos enrojecidos y vestuario desgarbado (si mal no recuerdo traía un pantalón de mezclilla negro y una camisa blanca con un fantasma de lo que debió de haber sido la campaña de Felipe Calderón). Su franela roja colgaba en pendulo por uno de sus bolsillos. Si describo su mirada, puedo recordar un dejo de extraño recelo hacia mi hermano... una extraña especie de nostalgia y aborrecimiento...
Luego comenzó a hablar... o al menos creo que eso intentó.
No entendimos para nada, sabe! creo que todavia no me familiarizo con el idioma borrachín... después señaló la puerta, que estaba ya abierta totalmente... creo que hablaba sobre ella. Deduje que estaba preguntando si mi hermano iba a salir, porque mi hermano respondió que sí. 
-¡Pues ya salteee!- 
Con la lengua arrastrando y tambaleandose como un niño pequeño, me dedicó una mirada molesta luego de reirme. Don Franelero (así lo bautizé, qué original ¬¬) se fue antes de esperar respuesta. Tarareando una canción y apoyandose en la pared de vez en cuando, se transformó en una sombra más que caminaba por la esquina de la avenida Alcalde. 
Pasó unos segundos antes de que quisiera escribir sobre el... ¿En dónde está su historia? 
Me acordé de "Chabelita", un documental sobre una ancianita boleadorea de zapatos de los que se ponían en los portales del centro. Tenía una historia muy tierna y un perro al que le llevaba de comer pollos rostizados. Chabelita... n_n creo que ya murió... 
Entonces, la historia, la de don Franelero... 
Todos tenemos una historia que crece día con día, la historia con la que crecemos, pero, a veces, por estar bajo el atareo de nuestra propia historia, nos olvidamos que existen otras historias. Un día fue Chabelita, ¿y si ahora es un José, un Pedro, Mauricio? Y si es una historia que merece ser contada? 
...y si no? 
Al día siguiente cargué con Támara y fui a pedirle una foto, cosa que me negó, pero en realidad se lo agradezco; pocas veces había visto un atardecer tan imponente. 
Juan Alvarez en sepia, junto al palacio federal, el Santuario y sus torres hoscas viendo hacia Catedral, haciendole compañía a las almas deambulantes, con la plaza repletaa de palomas comiendo maíz que ofreció una mano generosa, con la estatua en silueta del fray Alcalde, ensombrecida por la imponencia de aquel sol tan estruendoso... 

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