viernes, 15 de octubre de 2010

¿Por qué sólo en sueños se mira?

Más por necesidad que por anhelo
-somos pájaros, cenizos Zenzontles que se elevan bajo un cielo raso, triste y nauseabundo, somos los rayos de un otoño desabrido, el llanto ensordecido de un acordeón que canta las mañanitas al atardecer-
Somos tanto... somos nada.
El mundo ha estado apagado desde el martes pasado, vago, ensombrecido por una mancha negra que se dispersa por el agua, de mirada perturbada, de mirada hosca, una mirad
a tan tuya que me hace vibrar y repetir tu nombre tantas veces como me sea posible, hasta que se me entume la lengua y sales de nuevo por las noches.
Cantemos entonces, cantemos con esa voz tuya jamás escuchada, cantemos como los térreos que somos, con nuestra voz reprimida, presa de un ansia que entra por los dedos y sa
le por los ojos en forma de humo, ese que parte por las mañanas en serpentinas destinadas a perderse entre las nubes, que desembocan en el mar y se embarran en los labios de algún mortal de piel reseca y salada, obligado a hacer de su cuento el más sublime que se haya escrito, aquel salido del bolígrafo de un autor anónimo, invisible.
Hueles a una noche por la feria del parque Morelos, al calor que irradian los focos, como estelas en un manto de papel maché. Me recuerdas al látex de esas máscaras que luego odio a ratos. Estás detrás de los títeres y sus ojitos brillantes. Te veo detrás de las calaveras y su sudor de caramelo, detrás d
el olor a esas flores que empiezan a recordarme el inicio de un recuerdo que poco a poco se pierde.
Hoy traigo ganas hartas de ir hasta esa direcc
ión que desconozco, quiero hacer muchas cosas, muchas muchas, y nada me alcanza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario