jueves, 15 de octubre de 2009

Y cien años de soledad aun no me alcanzarian

Hoy no quiero abrir los ojos.
De esas veces que aun antes de despertar te das cuenta de que tu día va a ser igual de monótono, igual de bizarro, casi rallando en la sátira, en la ironía del diario.
Hoy quería desintegrarme tan decentemente como fuese posible, Ya no quiero reprimir aquello que siento, ya no quiero quedarme callada esperando con ojos de misericordia que aquella persona viva una vida tan miserable, porque en realidad es miserable, un asco terrible, un hediondo potaje con tantas cosas revueltas que es casi imposible de desifrar.
Miércoles de Sal.
porque a veces extraño tanto los miércoles aquellos, en los que las sakuras eran capaces de penetrar los recuerdos y las distancias y llegaban hasta nuestra misteriosa presencia para inundarla de una cámara roja que hacia imposible ver lo que eramos en realidad.
Quiero cruzar la frontera de tus pensamientos sin pasaporte alguno.
Las personas me dijeron que me arriesgara, que cuando uno en realidad quiere algo se ve en la necesidad de luchar por aquello, pero yo no entiendo, las palabras a veces se me hacen tan vanas, tan frivolas, tan tontas, y cuando me vuelvo a encontrar con migo misma me doy cuenta del sentido que cobran, Déjeme atravezar el tiempo sin documentos, porque se que por buscar tu sonrisa estaría aquí toda la vida.
Entonces luego me di cuenta de que, a pesar de los mosquitos que probablemente me maten en una semana, a pesar de la música que en vez de despertarme me arrulla mas, a pesar de los muebles húmedos y chirriantes, a pesar de mi voluntad de plato, tenia que abrir los ojos, hoy, y todos los días que a uno le restan.
Y fue entonces que desperté.
De nuevo a la rutina....
aunque se perfectamente que aunque me dieran una eternidad, aunque me dieran 100 años, 100 años de soledad, me los despilfarraría como un periódico envolviendo acelgas frescas, y luego estaría implorando de rodillas.
-necesito mas tiempo!, dejenme un poco mas de tiempo aquí, que la vida no me alcanza!-
Y cien años de soledad aun no me alcanzarian
ni mucho menos dos semanas